Érase una vez,

unos pies descalzos sobre la arena. El caminar era rápido, nervioso incluso, como queriendo soltar una energía que se apuraba en salir como un torbellino molesto.

La Mujer Semilla caminaba presurosa, como de costumbre en su mecanicidad y estrés. Sin embargo, un picudo dolor la hizo detenerse. Miró hacia la tierra mojada levantando su pie derecho, y vio que se había lastimado con un trozo de ladrillo pulido por el agua. ¡Por suerte no había herida!

Con curiosidad cogió el trozo rojizo, que podría ser confundido por una piedra cualquiera del mar. Reflexiva, se preguntó qué hacía allí ese material, a qué casa antigua habría pertenecido, qué lugar habría podido ser construido con ladrillos así.

Siguió caminando con la piedra en la mano, un tanto incómoda por la sensación que le provocaba su pesadez. «Este ladrillo no debería estar allí en el mar» -pensó.

De repente, un bello color captó su atención, parándose en seco frente a un par de trozos de nácar. Con delicadeza los cogió con su mano izquierda, y observó la belleza del morado y el amarillo luminoso. Y su cuerpo reaccionó respirando grande, sintiéndose aliviada, ligera como el peso de aquellas conchas. «¡Ellas sí están en el lugar que les corresponde!»-murmuró en voz alta.

Y con esta sensación reflexiva siguió caminando, esta vez despacio, consciente, sintiendo la arena y el agua bajo sus pies, apreciando la brisa y los olores de la naturaleza.

Se sintió vinculada al pesado ladrillo, en forma de recuerdos del estrés vivido durante el invierno y la primavera. El cansancio, las prisas, el control, los tiempos, las exigencias, el no llegar nunca…  Y con una profunda respiración que llenó su pecho, liberó su mano dejándolo caer sobre la arena, donde se incrustó.

Bajó su mirada para observar la palma donde guardaba el nácar. Acariciándolo, sintió su suavidad resbaladiza, sus tramos irregulares, al tiempo que su cuerpo se relajada y dejaba espacio para el vacío, para lo nuevo que está por venir.

Dicen que los cuentos no se explican, pero la Mujer Semilla te pregunta si prefieres quedarte con el ladrillo o con el nácar…

¿Qué necesitas soltar en la tierra?

¿Qué cosas nuevas, ligeras y nutritivas pueden dar paz a tu mente-cuerpo-corazón este verano?

¡Estaré encantada de que puedas compartirlo conmigo en la red, y disfrutar leyéndote!

Suscríbete al Boletín

para recibir ideas inspiradoras con las que nutrir tu vida

Regalo de bienvenida

Como regalo de bienvenida te enviaré el libro “Las Lubinas que Aprendieron por Amor”, un relato autobiográfico desde la creatividad, que pretende conectar con el corazón de otras mujeres que viven o vivieron relaciones amorosas insanas.

Porque el patriarcado nos ha modelado desde la desconexión con nosotras mismas, pero sanar juntas, entre iguales,  es nuestra fuerza de transformación.

Cada dos meses escribo con mucha ilusión el Boletín de Mujer Semilla, donde al creerla imagino que comparto un té con las mujeres a las que acompaño, amo y admiro.

Los temas que me mueven y que me apetecen compartir son muchos, así que cada vez será algo diferente: aquí los puedes ver

Este boletín es un servicio gratuito que conecta a muchas mujeres, porque vivas nos queremos y unidas nos necesitamos.

.